jueves, 14 de octubre de 2010

Punteros Somos Todos: una reflexión sobre la dinámica del Estado y los movimientos sociales

Punteros Somos Todos
PARTE I: INTRODUCCIÓN - ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS - LA REACCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES - BREVE REFLEXIÓN SOBRE ECONOMÍA SOCIAL Y MOVIMIENTOS SOCIALES
PARTE II: SITUACIÓN ACTUAL DEL PROGRAMA - UNA PROPUESTA IMPROBABLE PARA QUE ARGENTINA TRABAJE - CONCLUSIÓN.
Por J.G.

Introducción

El primer programa estatal masivo de trabajo comunitario en décadas , premisa para la recuperación de la justicia social en nuestra Patria, se dirige aceleradamente a una muerte prematura. Su madre creía que la criatura viviría solo de pan y su padre quería un muchacho obediente que lo acompañe a la cancha… o un aborto. Todo ello en un contexto nacional turbulento, con el aparatos de manipulación política funcionando a todo vapor y con sectores agazapados a la espera de destruir un esquema que no cambió la estructura de poder pero que en lo económico vuelca 165.000 millones de pesos anuales al gasto social, un vuelto que más de uno quisiera ahorrarse liberando la economía de las tibias medidas “populistas“ . Si esos fondos no cumplen la función distributiva, inclusiva y emancipadora que deberían y son en cambio eslabones de la cadena que sojuzga a tantos hermanos, es por culpa o dolo de todos los que directa o indirectamente participamos del conflicto social que determina su aplicación y fundamentalmente por nuestra incapacidad de construir organizaciones populares legitimas, con autoridad moral y poder para garantizar el cumplimiento de las funciones antedichas.

El gobierno es esclavo de un déficit político que no ha podido superar en siete años de crecimiento económico, prisionero de una estructura de poder perversa y esclavista que no crearon pero tampoco combatieron y muchas veces alimentaron, tal vez por sobrevaluar el componente estadístico de la realidad nacional y desentenderse de una sociología mafioso (cada vez menos funcional y sumisa) que va extendiendo su dominio y obstaculiza cualquier iniciativa verdaderamente justicialista, aún con fondos suficientes y números que cierran. Los movimientos sociales, segundo violín de este sainete, marcamos un triste contrapunto en la orquesta de la decadencia… por mezquindad, hipocresía y fundamentalmente ausencia de realismo, humildad y pensamiento estratégico para “ayudar” al Estado a lidiar con esta enfermedad genética que nos está carcomiendo a todos y poner al servicio del Pueblo la experiencia acumulada tras una década de invaluable actividad organizativa.

Escribo este breve artículo a pedido de varios compañeros y porque estoy convencido no puede hacer daño a ningún militante o grupo en particular: a “la sociedad” le importa bastante poco lo que pasa en la jungla y Clarín no suele levantar nuestras reflexiones sin un marco de palos, capuchas y gomas ardiendo… espero solamente aportar al silencioso debate sobre cosas que todos sabemos de sobra y discutimos poco. Además, quiero dejar registro de que algunos somos concientes de la inmundicia que nos rodea y muchas veces nos infecta. No quiero, dentro de cinco años sentir que deberíamos haber discutido algo que muchos sabemos pero que como no garpa no decimos: hacemos la vista gorda ante aberraciones inaceptables. Y lo hago en primera persona del plural porque aunque el núcleo militante al que pertenezco ha denunciado denodadamente estas prácticas -incluso al interior del “campo popular”- somos y nos sentimos parte de esta generación de movimientos que, a pesar de sus miserias, constituye la esperanza de la Argentina.


Alicia en el País de las Maravillas
“…lo queremos auditado, que lo queremos organizado, que lo queremos cooperativizado, que lo queremos absolutamente transparente…” Presidenta Kirchner

Aldo Marconeto fumaba un Virginia Slim reclinado en su sillón. Por su oficina desfilaban dirigente sociales, funcionarios municipales, vendedores de buzones y otros personajes de esta historieta. A todos les explicaba el plan de Alicia, el plan para cortar la intermediación, la formula mágica del Argentina Trabaja: una lista de asentamientos relevada por la Universidad de General San Martín, un sistema de inscripción transparente, varios filtros posteriores para seleccionar a los más necesitados, cooperativas autónomas y democrática para fomentar el asociativismo, en fin, un plan digno del País de las Maravillas. A Marconeto nadie le creía, nadie creía que él se creía lo que decía o en el mejor de los casos, se reían del analítico burócrata patagónico que soñaba con experimentar en el conurbano recetas de la maravillosa economía social teórica… se escuchaban las carcajadas en los ascensores, en el piso 17 del ministerio, en los municipios, en los locales de las organizaciones. Y la verdad daba gracia el ignoto funcionario -viajero frecuente y experto orador de congresos internacionales- combatiendo imaginariamente al régimen mafioso de las barriadas blandiendo una resolución ministerial mal redactada, un ejército de técnicos blandengues y el control remoto del aire acondicionado de su despacho.

Eventualmente, Marconeto no presentaría batalla cuando a mediados de agosto comenzó la orgía de las inscripciones y los intendentes expresaron su intención de incorporar algunas “variantes” al rígido esquema del ministerio. Puso cara de c’ est la vie y soportó estoicamente que su plan sea pisoteado por oficialistas, opositores e independientes invariablemente ignorantes que no supieron apreciar un buen documento de word y la sapiencia de los sociólogos de su equipo. Abrió el cajón derecho, guardó sus papeles y se prendió otro cigarrillo dispuesto a cambiar de actitud. Marconeto, como gran parte de la dirigencia oficial, oscila entre un pseudo-idealismo que los hace pregonar planes maravillosos a un pseudo-pragmatismo que les permite adaptarse a realidades perversas con una facilidad que espanta.

Para ese entonces se había activado la maquinaria y un ejército de mercachifles recorría pasillos, calles, pasajes y monobloks pregonando la nueva mercancía . Cada cual ofrecía un producto distinto: “1200 por seis horas más los actos“, “vamos 600 y 600 y pasas a firmar nomás“, “son 1100 para vos y 100 tengo que juntar yo todos los meses“, “no me tenés que dar nada, solo una manito en casa, con la ropa, con los platos…” , etc. Las planillas se iban llenando… el “relevamiento territorial” y la “detección de alta vulnerabilidad social” se completaba en forma un tanto heterodoxa, menos maravillosa que en el País de las Maravillas.

Cuando el funcionario municipal del “Ente Ejecutor” tenía los listados prolijamente computarizadas en su escritorio, se convocaba a la inscripción a los preseleccionados. Generalmente citaba a los afortunados a reuniones cuya fecha, horario y lugar se mantenían en estricto secreto solo revelado a los “agentes territoriales” que habían confeccionado las listas (los famosos punteros), con el obvio objetivo de evitar turbas organizadas o espontáneas de desocupados, clamando por inclusión. Por lo general, producto de la indisciplina reinante en el componente barrial de nuestra mafia bonaerense, el secreto se filtraba y el ingreso a las instituciones donde se llevaría a cabo la inscripción (clubes, escuelas o sociedades de fomento) se convertía en un caos absoluto de gritos, berrinches y trifulcas hasta que tres o cuatro centenas de almas lograban entrar y llenar los formularios. Finalmente, se conformaban las cooperativas de la resolución 3026-06-INAES donde los cooperativistas seleccionaban por republicana telepatía a sus autoridades.

La marchanta se repitió en una segunda tanda de inscripciones, potenciándose el caos en las puertas de clubes, escuelas y sociedades de fomento, ante el creciente rumor de que esto era un desquicio tremendo y que al que lograba entrar a fuerza de empujones lo anotaban.

La reacción de los movimientos sociales

Frente a este zafarrancho, a partir de septiembre llegamos los movimientos sociales a defender al Pueblo excluido de la mafia punteril bonaerense con marchas, acampes, cortes, imprecaciones, amenazas o gestiones privadas. O tal vez la realidad no fue tan pura. La verdad, nos habían dejado afuera: en la primer y segunda inscripción del PAT, salvo excepciones, ninguna orga pudo meter gente, ni siquiera los movimientos afines al gobierno que tenían que rosquear distrito por distrito para colar algunas listas. Así, frente al primer programa masivo de estas características, paradójica y patológicamente, estallan las protestas mas resonantes de los últimos años, motorizadas por organizaciones excluidas del reparto.

El objetivo de las organizaciones era conseguir cupos dentro del programa y conseguirlos de modo tal que se garantizaran el control sobre la cooperativa y, por extensión, sobre los cooperativistas. Algunas grupos rechazaron, incluso, la posibilidad de inscribir compañeros en cuadrillas controladas por los municipios, las organizaciones querían manejar “políticamente” sus propias cooperativas. ¿Por qué? ¿Queremos cooperativas sin punteros o cooperativas con punteros que nos respondan? ¿habremos ido a pelear por más y mejor trabajo para los compas o por un pedazo de poder? ¿Los desocupados de un MTD son más desocupados que los de una Unidad Básica? ¿El régimen de presentismo que se les impone a los excluidos desde la mayoría de las organizaciones sociales es mucho menos clientelista y opresivo que el de los punteros del intendente?

Para coronar el asunto, Clarín, La Nación, TN, etc. -imparciales fiscales de la clase política- se solidarizaron con el reclamo de cooperativas sin punteros. Revelaron sus lectores y televidentes el drama del clientelismo. Joaquín Morales Solá, no sin repudiar métodos y objetivos, dijo que los movimientos sociales “tienen un poco de razón” en esta. Clarín dedicó páginas enteras a solidarizarse con las historias de vida de familias desocupadas. TN invitó a los dirigentes sociales a ofrecer su punto de vista.

Finalmente, hubo acuerdo y en noviembre se abrió una tercera tanda de inscripciones para organizaciones sociales, a las que se le permitiría controlar cuadrillas de 15 trabajadores integradas en forma exclusiva por “miembros” de los movimientos aunque insertas en cooperativas de 60 trabajadores dirigidas por municipios o grupos afines al gobierno.

Esa tercera inscripción, abierta a instancias de la protesta de los movimientos no kirchneristas, estará íntegramente destinada a los movimientos sociales. Sin embargo, el Movimiento Evita maniobra astutamente, se aprovecha de los dirigentes opositores y capitaliza el conflicto: logra inscribir más de quince mil personas, aunque muchas otras organizaciones “meten” gente (en algunos casos, bastante más de la que integran efectivamente sus organizaciones) y obtienen el compromiso oficial de poder controlar sus propios cuadrillas. El grupo en el que milito hizo un gran esfuerzo por no participar de este timba vergonzante, pero finalmente hicimos las gestiones de rigor y acomodamos a los que pudimos en Lomas de Zamora y Lanús… la existencia pudo más que la conciencia, revalidamos nuestro carné en el gremio de los pecadores.

Comenzando febrero y ante una desinformación generalizada, el ministerio anuncia que se instalarían mesas de información en cada municipio donde los inscriptos podía ir personalmente a enterarse si estaban de alta o sus inscripciones habían sido observadas por alguna incompatibilidad. Algo medianamente razonable para limitar la capacidad de maniobra de los punteros… si se hubiese cumplido. Lo cierto es que en casi todos los distritos los punteros accedieron a “información reservada” sobre las inscripciones y monopolizan los listados de modo tal que el que quiere saber si está o no de alta cae en el puntero más cercano.

La reacción de las organizaciones sociales, lejos de pedir que se transparente el manejo de la información de los inscriptos, fue pretender hacernos de los mismos privilegios mafiosos que los punteros. Con movilizaciones y piquetes -bajo consignas un tanto hipócritas- se exigió cruce entre el padrón de los inscriptos “de” cada grupo y el padrón altas del ministerio en vez de un sistema de inscripción e información trasparente.

¿Será que muchas de nuestras organizaciones basan su poder y capacidad de movilización en el control feudal de información y recursos de origen Estatal destinado a los excluidos tal y como los punteros? ¿Será que, ni siquiera por trabajo genuino como reclamábamos, estamos dispuestos a ceder esa garantía de adeptos que significa el manejo arbitrario, discrecional y desregulado de una porcioncita del gasto social?

Lo cierto que, independientemente del país de las maravillas que existe en la mente de cada uno de nosotros, el padrón real del programa está totalmente viciado por la intermediación impune de gestores variopintos, no existe un plan maestro de obras, una gran proporción de personas cobra sin prestar tareas, absolutamente nadie tiene la obra social aunque se paguen los aportes del monotributo, las herramientas de trabajo brillan por su ausencia y en pocos distritos se llevaron a cabo capacitaciones . Todo indica que va a haber lumpenización masiva y mucha corrupción en lugar de inclusión, negro precedente para enderezar y profundizar políticas de este cuño en el futuro. “Al menos se va a cumplir el efecto macroeconómico”, responde un dirigente social kirchnerista, un luchador resignado ante un panorama que ya nadie puede negar.


Breve reflexión sobre la economía social y los movimientos sociales

“…porque tantos años de tragedia social van creando lo que denominamos núcleos duros de pobreza, que no hay posibilidad de abordarlos desde el crecimiento de la política económica o de la actividad económica, sino que requieren un tratamiento integral y especial, pero no bajo la forma de te doy plata y no rendís cuentas, sino bajo la forma de organización social”, Presidenta Kirchner.

Definición realista y exacta, incluso en los tiempos verbales. “Van creando”, dice la presidenta, reconociendo que el crecimiento de la actividad económica no absorbe sino que reproduce los “núcleos duros de la pobreza“. Las estructuras económicas injustas de nuestro país, parte del sistema hegemónico mundial, producen su propio sobrante social, su “superpoblación relativa”, excluida de la producción y el consumo tal como está planteado por el Capital nacional y mundialmente relevantes. El sobrante social se convierte entonces en la materia prima disponible para otros tipos de explotación, divergentes de la explotación típicamente capitalista signada por la relación salarial: la moderna esclavitud, la servidumbre laboral, la explotación de la prostitución o la delincuencia ajena y todas las formas de expoliación extrema se alimenta de este sector del Pueblo y posibilitan la acumulación de “emprendedores“ mafiosos que, blanqueo mediante, incorporan el producto de ésta explotación al circuito financiero civilizado, bancarizado y fiscalizado.

Las formas de aprovechamiento político de la exclusión están subsumidas en este mismo fenómeno y funcionan de modo prácticamente idéntico. Son la forma más sencilla en que individuos o grupos sin capital político preexistente acumulen el poder suficiente para integrarse y pujar en el sistema político formal sobre la espalda de esa masa huérfana, sobrante y desamparada. Aunque la psicología social brinde elementos para analizarla, las motivaciones personales de un dirigente para explotar a los excluidos y utilizarlos en su acumulación de poder es tan intrascendente como la de un empresario individual para explotar el trabajo y acumular riqueza. Lo que importa es la lógica del sistema. Así, encontramos dirigentes que imaginan que acumulan para la revolución/transformación/cambio social y esto constituye su motivación, más romántica que la de un mero mercenario municipal, pero no menos nefasta ni en sus métodos ni en sus consecuencias cuando lo que prima es esa lógica.

El dilema de los movimientos sociales es erguirse en contra-poder del régimen mafioso o asimilarse al mismo. La consigna de construir poder popular resume las aspiraciones de los militantes de construir un contrapoder efectivo y transformador de las estructuras que someten a esta porción del pueblo. Sin embargo, la ausencia de pensamiento y la laxitud de los valores nos exponen a desviaciones que pueden llevarnos a ser meros engranajes de la picadora de carne.

Los militantes sociales de hoy somos la más perfecta demostración de que la existencia determina la conciencia si la conciencia no lucha denodadamente por imponerse. Mascaras hay de todos los colores, pero la lógica que subyace es la misma: somos emergente de la descomposición social argentina. Solo la voluntad de pensar con humildad y coraje puede revertir los términos del par dialéctico para ser partícipes de la transformación y no meras plumas en el torbellino de la decadencia, para no pudrirnos en medio de tanta putrefacción para que la infección de la hipocresía no gangrene nuestras mentes, manos y lenguas. Hoy con la misma boca que se niega el carisma personal o la autoridad institucionalidad como fuente de legitimidad política se justifica la coerción sobre los compañeros en base a sus necesidades más apremiantes. Con la misma boca que se rechaza la república burguesa por ficticia y se pregonan diversas variantes asamblearias, se practica una democracia ateniense en Ágoras donde se ve mucho cives y poco servus… La soberbia política y la inconciencia puede llevar al más abnegado y desinteresado de los militantes a justificar aberraciones tales como disminuir la ración de alimentos de una familia indigente por faltar a una marcha o a boicotear políticas innegablemente beneficiosas para el sector por el que supuestamente peleamos y que hasta pretendemos representar, sagrado honor que hasta hoy el Pueblo excluido no nos ha dado.

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